
El Banco Nacional de Datos Genéticos cumple 35 años al servicio de los derechos humanos
1 de junio 2022
El Banco Nacional de Datos Genéticos (BNDG), el primero en su tipo a nivel mundial que permitió la restitución de 81 víctimas del robo sistemático de bebés durante la última dictadura, cumple 35 años con el desafío de contar dentro de dos años con tecnologías que permitan restituir la identidad biológica a partir de los bisnietos, en caso de que los nietos hayan fallecido sin saber quiénes eran.
“Si vos ves la historia de la humanidad, el desarrollo de la ciencia en general no estuvo enfocado hacia el respeto de los derechos humanos sino más bien en violarlos, y por eso se generaron armas químicas o proyectos eugenésicos”, dijo a Télam la directora general técnica del BNDG, Mariana Herrera Piñero.
“El del Banco fue uno de los primeros casos en los que se planteó poner la ciencia al servicio de la reparación a las violaciones de esos derechos”, dijo.
De hecho, el BNDG fue el primero en el mundo y referencia para los bancos de ADN de criminalística y búsqueda de personas que comenzaron a surgir en todo el mundo a mediados de la década del ’90.
“En general, casi todas las bases de datos genéticos están abocados a la resolución de casos de criminalística, como es el caso de Codis (Combined DNA Index System) en EEUU o el NDNAD (National DNADatabase) de Reino Unido”, dijo la responsable del área de ADN Mitocondrial del BNDG, Florencia Gagliardi.
“Por eso todas las herramientas de las que disponemos fueron desarrolladas principalmente para resolver casos policiales y lo inédito en el mundo consistió en su aplicación para la reparación por parte del Estado de los delitos que él mismo cometió”, dijo.
Con la identificación de los nietos que fueron víctimas de supresión de identidad durante la dictadura como principal misión, la creación del BNDG el 1 de junio de 1987 fue consecuencia de un movimiento iniciado por las Abuelas cuatro años antes, cuando recorrieron 12 países para ponerse en contacto con los más renombrados genetistas.
El trabajo motivado y mancomunado dio sus frutos y en 1984 pudieron acercar una primera herramienta, el “índice de abuelidad”.
“En ese momento, la genética molecular no estaba completamente desarrollada y por eso había que pensar en marcadores (serológicos), que no son genes propiamente dichos sino la expresión o producto de los genes que se podían analizar en la sangre; como los grupos sanguíneos, los antígenos de histocompatilidad que se usan para trasplantes, o las proteínas del suero (sanguíneo) que son altamente variables en la población”, explicó Herrera.
En ese sentido, Gagliardi explicó que “el índice de abuelidad es un cálculo estadístico que usa las frecuencias de esos marcadores serológicos, porque conociendo este dato uno puede calcular si el niño compartía esos antígenos por azar o porque estaban relacionados biológicamente con esos familiares, con una certeza del 99.9%”.
Un año antes de la creación del Banco, Paula Logares –que por entonces tenía ocho años- se convirtió en la primera nieta restituida cuya filiación se comprobó a través de estudios genéticos, en ese momento, por el “índice de abuelidad”.
“Está buenísimo contar con la ciencia como aliada, como sustento (para las restituciones), por el valor que tiene que sí la ciencia en nuestra sociedad y sus herramientas, que excede lo político”, dijo a Télam Logares.
Esos estudios se hacían por pedido judicial en la Unidad de Inmunología del Hospital Durand que contaba con un laboratorio acorde a este desafío.
“A partir de ese primer caso, cada vez que Abuelas encontraba un posible nieto, hacía la denuncia y la justicia ordenaba que tomara la muestra, pero la comparación se hacía uno a uno con el posible grupo familiar”, explicó Gagliardi.
La especialista explicó que este mecanismo “no era viable porque los abuelos iban creciendo, podían fallecer” antes de poder cotejar su sangre con el de su nieto o nieta, por un lado, y, por otro, “era engorroso y llevaba mucho tiempo” poder comparar cualquier joven con la identidad cambiada con todo el universo de familias que estaban buscando bebés robados.
“Ahí se vio la necesidad de un banco de datos genéticos que almacenara tanto la muestra biológica remanente como la información genética obtenida de cada uno de los posibles nietos y de todos los integrantes de cada uno de los grupos familiares que estaban buscando”, con la posibilidad de poder entrecruzar toda nueva incorporación con este universo, dijo Gagliardi.
Finalmente, el Banco se creó por ley 23.511 de 1987 y en 2009 se sancionó una nueva norma que dispuso el pasaje del BNDG a la órbita del Ministerio de Ciencia, como un organismo autónomo y autárquico.
Cinco años después de la creación del BNDG –y también a pedido de las Abuelas se creó la Comisión Nacional por el Derecho a la Identidad (Conadi) cuya misión es la búsqueda de los menores secuestrados o nacidos en cautiverio durante la última dictadura y es una de las dos instituciones –la otra es la Justicia- que puede solicitar al banco un análisis de ADN.
Actualmente, el BNDG incluye los perfiles genéticos de unos 300 grupos familiares y un promedio de entre 100 personas por mes acuden a hacerse un análisis de ADN contra su base de datos.
Pero esas extracciones de sangre u otros elementos personales para muestras de ADN no se hacen solo en las instalaciones del banco o en un juzgado o en el marco de un allanamiento.
“Entre el 2001 y el 2019 hice trabajo de campo, que consistía en ir por el interior y países limítrofes junto a la Conadi para tomar muestras a familias y jóvenes. Era todo a pulmón, mucho recorrer casa por casa porque a veces era difícil encontrar las direcciones y cada vez que pasabas un aeropuertos con los tubitos con sangre era adrenalina pura” por las objeciones sanitarias que podían poner los agentes aeroportuarios”, explicó a Télam el técnico extraccionista Daniel Alcázer.