
El cazador Alexander Mclennan, un asesino oculto
“A medida que empezó a avanzar la frontera ovina, comenzaron a requerirse cada vez más tierras para terminar instalándose en el territorio selk’nam.
Al instalarse en la zona, se divide el terreno mediante alambrados y el guanaco –principal sustento alimenticio y de abrigo de los onas– se ve arrinconado hacia tierras más altas. Una vez que el guanaco desaparece los Selk’nam empiezan a pasar hambre, con la aparición de las ovejas empiezan a alimentarse de este animal y lo entienden como algo absolutamente natural, no saben muy bien cómo han aparecido esas ovejas ahí, ni conocían el concepto de propiedad” explica el historiador José Luis Alonso Marchante. Estos importantes testimonios se encuentran contenidos en el libro Menéndez. Rey de la Patagonia (Editorial Catalonia).
Cuando los Selk’nam empiezan a atacar a las ovejas, José Menéndez da la orden de acabar con ellos. Lo hacen primero disparándoles directamente para exterminarlos, y con las mujeres y niños se produce una cacería para después ofrecerlos en plazas públicas.
Alexander McLennan invitó a una tribu selknam a un banquete para sellar un supuesto acuerdo de paz. Durante el banquete, McLennan sirvió grandes cantidades de vino. Al comprobar que la mayoría de los nativos se habían embriagado, se alejó del lugar y ordenó a sus ayudantes a abrir fuego contra toda la tribu.
Cuando se retiró Mc Lennan, José Menéndez le regaló un carísimo reloj en agradecimiento por todos esos servicios. Por cada indígena muerto, Menéndez pagaba una libra esterlina, de modo que en la fortuna que alcanzó a tener este escocés podría incluso calcularse la cantidad de selknam asesinados y podría estimarse en varios cientos o miles.
Monseñor Fagnano lo describe de la siguiente manera: “(El Chancho colorado) ganó en un año, en premios por tan macabro sport, la suma de 412 esterlinas, lo que quiere decir que en un año había muerto 412 nativos. Esta deplorable hazaña fue festejada con champagne, en medio de una incalificable orgía, por algunos miembros de la compañía que brindaron por la prosperidad de la ‘Explotadora’ y por la salud del brillante tirador…” Hasta ahora, ¡sólo se ha contado algo parecido de caníbales!.
Fuente: Fuegorevista / elmostrador